Cultivar y mejorar la autoestima
Nos encontramos muchas publicaciones en las que nos dicen: “¡Quiérete!”, “¡Acéptate!” Y no se si soy la única que piensa cuando lee eso, “¡Vaya claro, que fácil, cómo si fuera algo que se decide y ya está!”
Aunque está claro que estas publicaciones tienen el fin de ayudar, lejos de eso, culpabilizan a las personas con problemas de autoestima que por más que les gustaría, no sienten que se acepten tal y cómo son. No es algo fácil de conseguir y tampoco de entender.
La autoestima es lo que sentimos por uno mismo. El autoconcepto es lo que pensamos de uno mismo, es decir, el concepto que tenemos de nosotros. A veces podemos tener un autoconcepto bastante realista pero sin embargo, no sentir que nos aceptamos y nos queremos así. En otras ocasiones, podemos tener una idea distorsionada de nosotros mismos pero sin embargo, sí querernos así. Y otras veces, no nos vemos de forma realista y además, no nos queremos ni nos aceptamos tal y cómo somos.
Para entender mejor qué es el autoestima y cómo cuidarlo, voy a utilizar una metáfora:
“Imagínate que estás en una cafetería y a tu lado hay dos personas. Una de ellas le dice a la otra: “La verdad es que está siendo una época difícil, no me apetece hacer nada. El trabajo me tiene desmotivada y no encuentro momentos para mí ni qué hacer que me llene en mi tiempo libre. No me siento feliz en estos momentos.” Y la otra persona, responde: “Deja de quejarte, siempre estás igual, poniendo excusas para todo. Lo que tienes que hacer es ponerte las pilas y hacer lo que hace todo el mundo”.”
¿Qué pensarías de esta escena? ¿Cómo crees que es la relación entre estas personas? ¿Piensas que se quieren? ¿Crees que esa relación les hace daño?
Ahora, veamos una escena alternativa:
“Imagínate que estás de nuevo en esa cafetería y a tu lado las dos personas mantienen esta conversación. Una de ellas le dice a la otra: “La verdad es que está siendo una época difícil, no me apetece hacer nada. El trabajo me tiene desmotivada y no encuentro momentos para mí ni qué hacer que me llene en mi tiempo libre. No me siento feliz en estos momentos.” Y la otra persona, responde: “Entiendo cómo te sientes, debe de ser duro. Puedo ayudarte si me necesitas”.
¿Cómo crees que es esta relación? ¿Crees que se quieren? ¿Crees que esta relación aporta algo positivo?
En el primer caso la relación entre esas dos personas, aunque en el fondo se quieran, probablemente le producirá frustración, culpa, enfado y soledad. En el segundo caso, la relación aporta aceptación y acompañamiento. Llevando esta metáfora al autoestima, ¿tú crees que te tratas más de la primera forma o de la segunda? Cuándo nos hablamos a nosotros mismos de la primera forma, probablemente nuestro autoestima esté dañado, nos sintamos culpables e insuficientes, con mucha presión hacia nosotros mismos y la sensación de no llegar a lo que te propones. En el segundo caso, es probable que te sientas con más seguridad ante la adversidad y que puedas poner en práctica soluciones sin sentirte culpable por cómo te sientes. Probablemente tengas mejores sentimientos hacia ti mismo.
Entonces, ¿cómo cultivamos nuestra autoestima? Empezando por la manera de tratarnos. La forma en que nos han validado, acompañado y entendido nuestras emociones en la historia de nuestra vida es posible que la hayamos tomado como referencia para tratarnos a nosotros mismos. En este punto, entonces la autoestima se convierte en una decisión que hay que tomar: ¿Quiero tratarme de esta manera o quiero tratarme mejor? Esta decisión es la que puede marcar el rumbo de tu vida a partir de ahora. Es decir, el cambio parte de la decisión de querer tratarte mejor. Y partir de ahí, te equivocarás millones de veces contigo mismo, pero al menos sabrás que estás dispuesto a pedirte perdón y a aprender de cada error, para que a la siguiente vez, sepas cómo tratarte mejor.
Algunos consejos para poder llevar esta tarea a la práctica:
- Toma conciencia de cómo te sientes. Muchas veces sentimos cosas pero cómo no nos paramos a escucharlas, lo ignoramos como si no fuera importante. Al ignorarlo no puedes atender la necesidad que tienes detrás de esa emoción. Un ejercicio que te puede sorprender es escribir un diario y cada día, responder a esta pregunta: “¿cómo me he sentido hoy más allá de bien o mal?”. Una vez identificado el problema ya está la mitad de la solución.
- Valida tus emociones. Algunas emociones que sentimos pueden no ser lo que nos gustaría, sin embargo, es algo que no podemos extirpar de nosotros mismos. Aceptar cómo te sientes cómo parte de tu condición de ser humano es importante. No te juzgues por ello, no es algo que tú decidas.
- Autocompasión. Es algo positivo y sanador. Una vez entendido y aceptado, ejercita tu empatía hacia ti mismo. Tú eres tu responsabilidad y mereces ser atendido por ti.
- Date tiempo. Reparar una relación, aunque esta sea con uno mismo, requiere tiempo y demostrar que hay un cambio verdadero, ejercitar la confianza y la negociación con uno mismo, y vivir la experiencia de qué cosas nos hacen bien y qué cosas no. A lo largo de la vida nos encontramos distintos retos y vivencias, y aunque no siempre te autogestiones de la mejor manera, si puedes aprender de cada momento y comprometerte contigo mismo a hacerlo lo mejor que sepas en la siguiente ocasión.
- Es un proceso, no un objetivo final. La autoestima es algo dinámico, que va cambiando a lo largo de la vida. No existe la perfección para siempre, nuestro autocuidado es nuestra responsabilidad y no vas a acertar siempre. Lo importante es estar abiertos a aprender y a seguir mejorando, a cuestionarnos siempre cómo nos tratamos para seguir nuestro proceso de cuidado de la autoestima.