CÓMO GESTIONAR MEJOR TUS RESPONSABILIDADES DEL DÍA A DÍA
¿Vives la sensación de no llegar a todo? Y además de eso, ¿con la culpa de descuidar cosas que también son importantes? Bienvenido al siglo XXI y a la vorágine que nos consume. Vivimos en un sistema exigente, en el que se nos pide ser buenos en nuestro trabajo, ser buenos padres, amigos, hijos, ser asertivos con las personas que nos rodean, tener nuestra casa limpia y ordenada, hacer deporte, cuidar nuestra alimentación, acudir al médico regularmente, alimentar nuestro crecimiento personal y un largo etcétera de cosas que se supone que tenemos en nuestro estándar de persona “ideal”.
Lo cierto es que la mayoría de personas se pasan la vida tratando de llegar a esto sin éxito, dejándonos algo por el camino antes de llegar a la perfección. Y claro, el problema es que no somos perfectos y siempre vamos a vivir en la insatisfacción si esperamos lo contrario.
Escribe la lista de prioridades en tus responsabilidades de más importante a menos importante para tí:
1.
2.
3.
4.
5.
En esta lista puedes incluir cosas como tu trabajo, tus tareas domésticas, el cuidado de otras personas y tu autocuidado (hacer deporte, comer sano, hacer psicoterapia, escribir un diario, arreglarte, mantener una buena higiene de sueño, etc.).
Ahora que sabes que es lo más importante para tí, es momento de hacer otra lista. Ahora reordena estas responsabilidades de mayor tiempo invertido al día a menor tiempo invertido para atenderlas:
1.
2.
3.
4.
5.
¿Coinciden ambas listas? Muchas veces llevamos una vida más acorde con la urgencia en las responsabilidades que tenemos que con la importancia que tiene cada cosa para nosotros, y eso nos crea insatisfacciones y culpa. Al final nos exigimos poder llegar a todo esto y empezamos el año diciéndonos, “¡Este año sí que sí incluyo el deporte en mi vida!” y no siempre llevamos a cabo nuestros objetivos porque pretendemos que haya demasiadas cosas en el número 1 de nuestra lista.
¿Cómo cambio esto?
- Permítete no llegar a todo: No eres superwoman o superman. Que en momentos puntuales seas capaz de hacer un superesfuerzo sacando adelante muchas de tus responsabilidades no significa que eso sea sostenible en el tiempo. De la misma manera que aunque seas capaz de correr 100 metros a 12KM/hora no significa que puedas correr 20 kilómetros a esa velocidad. Puedes ir buscando estrategias para hacer una gestión de tu tiempo cada vez más eficiente y entrenarte en ello, pero es fundamental respetar tus tiempos y tu descanso y no exigirte más de lo que puedes dar.
- Reorganiza tus prioridades: Algunas de las responsabilidades que has puesto en la lista aunque no son las más importantes sí son urgentes, y debemos atenderlas para no sufrir consecuencias. Delimita estas responsabilidades en tu vida para que no ocupen todo tu tiempo.
- Busca soluciones: Ahora que tienes claro dónde está el problema, es momento de pensar en una estrategia para resolver esto. ¿Hay alguna manera de que esas responsabilidades que se llevan tu energía dejen espacio para otras cosas importantes para tí? A veces si bajamos el nivel de exigencia con algunas de las responsabilidades nos encontramos con tiempo para dedicárselo a otras cosas.
- Haz cambios graduales: Si lo que quieres es empezar a hacer un cambio en tu vida y estás pensando en soluciones drásticas, es muy probable que no funcione. Somos seres de costumbres y nuestras rutinas, más o menos incómodas, nos producen sensación de control. Hacer cambios implica un esfuerzo consciente y una sensación de estar fuera de nuestra zona de confort, aunque el cambio sea para mejor. Es por ello que haciendo cambios en nuestra vida poco a poco, incluyendo nuevas responsabilidades y reorganizando las que ya teníamos, requiere de conciencia y dedicación. Esto nos sirve para habituarnos e incluir estas nuevas rutinas en nuestra zona de confort y volver a sentir esa sensación de control que nos aporta calma.
- Deja tiempo para otro tipo de placeres: Ser responsables con lo que nos importa es una fuente de satisfacción. Pero no es la única manera que tenemos de disfrutar. Hay placeres que no implican esfuerzo previo, como ver una puesta de sol, sentarte en una terraza con amigos o ver una buena película. Ambos placeres de la vida deben estar compensados y dejar un espacio para este tipo de satisfacciones es una responsabilidad más con nosotros/as mismos/as.
- Entiende lo que conlleva ser un humano. Somos humanos, no robots. Esto significa que nos cansamos, que tenemos días malos, que a veces nos desmotivamos, que gestionamos algunas cosas de forma dudosa y que tenemos mocos cuando lloramos. Por muy claros que tengamos nuestros objetivos no siempre podemos llegar a todo, y es importante no exigirnos no tener necesidades de humanos. Si cuentas con ellas, es más fácil “perdonarte” por no poder llegar a todo. Incluye estas necesidades que parecen que boicotean tus objetivos y conviértelas en parte de tu estrategia para transformar poco a poco tu vida.
Algunas personas llegan a la consulta con ansiedad por no llegar a todo, y otras personas acuden porque sienten que se han bajado de esta vorágine de la vida y sienten que ya no pueden llegar a nada. La clave es ponerse objetivos realistas de las responsabilidades que podemos alcanzar, e ir poco a poco asumiendo esto en nuestras rutinas. El bloqueo muchas veces aparece por querer ser capaz de correr 20 kilómetros entrenándote sólo dos días. Con lo cuál, acabas sintiéndote indefenso y pensando que eres incapaz de correr 20 kilómetros. Traduciendo esta metáfora a nuestra vida, disfruta de cada cosa que eres capaz de mejorar y olvídate de grandes objetivos a corto plazo.